miércoles, 26 de noviembre de 2014

Lo que no tiene precio.

A veces hablamos de cómo va a ser nuestra casa cuando seamos propietarios, de cómo va a ser ése barrio, del baño con bañera y ducha separadas, de la cocina con barra desayunadora y de la habitación con puerta ventana. A veces hablamos de los hijos que nunca vamos a tener, Benito y Francisca, de las mascotas que no queremos querer, nuestro gato Ampersand y nuestros perritos Albóndiga y Frijola, y del parque con árboles y hamacas que van a estar ahí hasta que seamos viejitos.

A veces la realidad te trae de los pelos hasta su nivel. Te fuerza a llorar por cosas superficiales y momentáneas. Le pone un precio a todo, convenciéndote de que lo que no tiene precio no tiene valor. Por suerte, todavía sé escaparme.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

En cierto punto

Me dejó, para siempre. Lo sé aunque me quieran convencer de lo contrario. Me quedé sola.

Y yo, que siempre verbalizo todo, me quedé sin palabras.