lunes, 14 de julio de 2014

Inundación.

La idea era como una inundación que se llevaba todo y dejaba para siempre sus marcas donde sea que se mire. Bajaban sus defensas y la idea volvía con más fuerza que antes. Entonces empezaba el proceso de acercamiento: si estaba cocinando jugaba con las perillas del gas y guardaba por horas el recuerdo del olor y la tentación; si se bañaba, buscaba relajarse hasta el borde del sueño para recordar ésa paz durante el resto del día, y cuando esperaba el tren se sentaba cerca de las vías para sentir el viento y la fuerza cerca de ella, casi como si los tuviera encima.
No se llevaba bien con las decisiones definitivas. Así encontró una manera de morirse un ratito todos los días y volver a “la vida”. De a poco, era cada vez más el tiempo que quería pasar del otro lado que de este. De a poco, se preparaba para el día en que no quisiera volver.